Para empezar, quisiera dejar claro que, por afinidad ideológica,
en Grecia votaría al KKE (Partido Comunista de Grecia). Sin embargo, ante la
imposibilidad de que se haga con el Gobierno del país, desde aquí apoyo a Syriza
sin desprestigiar al KKE. Un pacto entre ambos sería, ante la situación actual
de Grecia, la mejor opción; al menos desde mi punto de vista. Pero ese acuerdo
parece también imposible.
El 6 de mayo, por primera vez en muchísimo tiempo, los dos
partidos mayoritarios de un país europeo no lograron, ni siquiera entre ambos,
una mayoría absoluta que les permitiera hacerse con el Gobierno. El
ascenso de Syriza hasta la segunda fuerza más votada –en las anteriores elecciones había
quedado en quinta posición, incluso por debajo del KKE– les rompió
el esquema tradicional que venía repitiéndose durante décadas. Al producirse esta
situación, Syriza pidió el apoyo del KKE para la formación de Gobierno, negándose
tajantemente a un acuerdo con el PASOK (PSOE griego) y con ND (PP griego). El
KKE se negó a esta petición, por lo que fue imposible la formación de Gobierno
y han tenido que repetirse hoy las elecciones. Hay que decir, además, que en el
conjunto de los diferentes partidos comunistas de Europa, el KKE es digno de
respeto y admiración: es un partido de vanguardia capaz de movilizar a una masa
de gente superior a la que pueda convocar un sindicato, es pionero en la
reivindicación de los derechos de la clase trabajadora y de ser un pilar
fundamental en la organización de la lucha social que ha imperado en Grecia
durante los últimos años.
Sin embargo, a pesar de esa capacidad reivindicativa y
aglutinadora, no ha conseguido recabar gran parte del voto obrero, que ha ido a
parar principalmente a Syriza. Es por ello por lo que creo que es necesaria, ya
no solo en Grecia, sino en toda Europa, la creación de frentes de izquierdas en
los que los partidos comunistas deben ejercer un papel esencial en la organización
de la lucha social. La historia demuestra que es imposible romper con este
sistema capitalista si antes no se crea un proceso de concienciación que conduzca a
dicha ruptura.
Aunque ya he dicho que por afinidad votaría al KKE, expondré
por qué apoyo a Syriza.
En primer lugar, porque Syriza es una formación completamente
a la izquierda del tradicional partido socialdemócrata PASOK y con altas probabilidades
de llegar al poder, destruyendo así el bipartidismo imperante en Grecia, en
España y en todos los países de Europa. Es algo que nunca había visto y,
ciertamente, me ilusiona tener ahora esa posibilidad. Y todavía me ilusiona más
cuando veo que la inmensa mayoría de los medios de (in)comunicación, sujetos a
las órdenes del capital español y europeo, vomitan sobre la formación
argumentando que su triunfo supondría la hecatombe europea, el caos, un apocalipsis
inminente. Desatan su furia advirtiendo de que solo existen dos opciones: por
un lado, Europa, su Europa, la Europa de la deuda, los rescates, el chantaje y la extorsión; y, por otro, la Europa del
caos.
En segundo lugar, aun no siendo una formación completamente
rupturista con el capitalismo, cuenta con un programa que, de cumplirse firmemente,
podría ser el inicio de un proceso ilusionante para la clase trabajadora. Y ya
no solo de Grecia, sino de España, Portugal y de toda Europa.
En dicho programa se llevan, entre otras cosas, la
nacionalización de la banca, la nacionalización de sectores estratégicos (energía,
transportes…), la retirada inmediata de los soldados griegos en países
extranjeros, la suspensión de las relaciones diplomáticas con el Estado genocida
de Israel, la salida de la OTAN o el apoyo a la creación de un Estado palestino
dentro de las fronteras de 1967, etc.
No obstante, en España, y seguramente en otros países, nos
encontramos con un sector que parece controlar la verdad única y absoluta. Hablo
de los auténticos, de los verdaderos
rojos. Así es como pretenden mostrarse, alegando que Syriza es una formación
reformista y no rupturista. Y sí, es cierto y es obvio que existe reformismo. También
existe reformismo en Venezuela, y no por eso dejamos de apoyar el proceso
revolucionario iniciado por Chávez hace unos años y que, previsiblemente, podrá seguir llevando a cabo. También existe reformismo en
Ecuador, y no por eso dejamos de apoyar a Rafael Correa. También es obvio que
Cristina Fernández no quiere romper con el capitalismo pero, ¿no apoyamos los
comunistas la nacionalización de YPF? Claro que la apoyamos porque consideramos que
es positivo para la clase obrera. Ojalá ahora mismo, en España, existiera
una formación con la posibilidad de alcanzar el poder con un programa como el
de Syriza. ¿No apoyamos los comunistas la salida de la OTAN? ¿No nos oponemos
completamente a las intervenciones militares? ¿No abogamos por la creación de
un Estado que devuelva a los palestinos lo que Israel lleva décadas arrebatándole?
¿No exigimos la nacionalización de los sectores estratégicos? Yo estoy seguro
de que sí. Estoy seguro de todo eso y de mucho más.
Lo que está claro es que lo que en principio puede parecer
un programa opaco y confuso, puede suponer el asentamiento de las bases para un
proceso revolucionario donde un pueblo profundice cada vez más en el camino
hacia la subversión total del sistema que les oprime. Todos sabemos que el paso
del capitalismo al socialismo no se produce en tres días, sino a través de un
proceso revolucionario y transitorio. Y es aquí donde el KKE puede tomar la última
palabra y ser la vanguardia que fuerce a Syriza a la adopción de posturas más
radicales y revolucionarias. Un frente, sea de la índole que sea, tiene como
fin último la defensa de un objetivo común y quienes lo conforman saben que
entre ellos existen diferencias. Ni en Grecia, ni aquí ni en ninguna parte
existen dos partidos iguales. Tampoco los había aquí, por ejemplo, cuando el PCE impulsó la
política del Frente Popular con el objetivo principal de defender la República
que había nacido unos años antes.
Lo que no podemos hacer es esperar a que un pueblo otorgue
una mayoría absoluta, sino luchar en el día a día, que es lo que lleva a la
revolución. La vía parlamentaria es eso, una vía, un recurso más por el que canalizar la lucha. Pero, ni de lejos, la única. El comunista tiene la obligación de analizar la situación de la
clase a la que defiende, la situación de la clase trabajadora, con el fin de
crear conciencia en ella y establecer estrategias que lleven a una emancipación
cada vez mayor. Y el pueblo griego, al igual que ha desbancado al PASOK y a ND,
sabrá responder con contundencia si Tsipras, líder de Syriza, no
cumple con lo que le ha prometido.
Dicho todo esto, como algunos ya habéis hecho, podréis
llamarme reformista, también –sin lógica alguna- imperialista pro-OTAN, y otras
chorradas más. Lo único que sé es que la situación del pueblo griego no es idónea
para esperar sentados a que la revolución estalle de la noche a la mañana,
mientras en Grecia ya falta comida hasta en las cárceles, hay niños que se
desmayan en los colegios debido a la malnutrición, la tasa de suicidios no hace
más que aumentar, o el abandono de niños ha incrementado un 300% en dos años. No
sé cómo estará vuestra conciencia, pero la mía está tranquila.
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